
Enredaderas de miedo.
Electricidad infame recorriendo un cuerpo. Recorridos demasiados pisoteados. Amaneceres que sueñan anochecer para cambiar de rutina. Enseñanzas que suenan a mentira manoseadas. Ultrajadas.
La libertad que vuela sobre nuestras cabezas y nuestra imagen estúpida de querer cazarla como a mariposas, mientras a nuestro alrededor todo parece un gran picnic. Las moscas del amor, y las estúpidas canastas del pasado. Los amigos sonrientes y el perverso vendedor de helados. Y el mantel floreado sobre el pasto de la incoherencia y la inconstancia.
El color de los espacios vacíos, los nunca vistos, intuidos, imaginados a las apuradas, siempre pendientes del relleno absurdo que tapa y no soluciona.
Los gritos del silencio emprenden a partir de ahora, su viaje efímero, hacia otros silencios pálidos, que esperan nuevas voces, para remendar viejos trapos.
Esperar la antigua y ya cansada de aparecer, situación-literatura, encuentro entre la locura y el amor, para que todo suene a que nada cambio demasiado... (fenix renace nuevamente)