miércoles, agosto 30, 2006

Julio,Carol y flor amarilla


Parece una broma, pero somos inmortales. Lo sé por la negativa, lo sé porque conozco al único mortal. Me contó su historia en un bistró de la rue Cambronne, tan borracho que no le costaba nada decir la verdad aunque el patrón y los viejos clientes del mostrador se rieran hasta que el vino se les salía por los ojos. A mí debió verme algún interés pintado en la cara, porque se me apiló firme y acabamos dándonos el lujo de la mesa en un rincón donde se podía beber y hablar en paz. Me contó que era jubilado de la municipalidad y que su mujer se había vuelto con sus padres por una temporada, un modo como otro cualquiera de admitir que lo había abandonado. Era un tipo nada viejo y nada ignorante, de cara reseca y ojos tuberculosos. Realmente bebía para olvidar, y lo proclamaba a partir del quinto vaso de tinto. No le sentí ese olor que es la firma de París pero que al parecer sólo olemos los extranjeros. Y tenía las uñas cuidadas, y nada de caspa.
Contó que en un autobús de la línea 95 había visto a un chico de unos trece años, y que al rato de mirarlo descubrió que el chico se parecía mucho a él, por lo menos se parecía al recuerdo que guardaba de sí mismo a esa edad. Poco a poco fue admitiendo que se le parecía en todo, la cara y las manos, el mechón cayéndole en la frente, los ojos muy separados, y más aun en la timidez, la forma en que se refugiaba en una revista de historietas, el gesto de echarse el pelo hacia atrás, la torpeza irremediable de los movimientos. Se le parecía de tal manera que casi le dio risa, pero cuando el chico bajó en la rue de Rennes, él bajó también y dejó plantado a un amigo que lo esperaba en Montparnasse. Buscó un pretexto para hablar con el chico, le preguntó por una calle y oyó ya sin sorpresa una voz que era su voz de la infancia. El chico iba hacia esa calle, caminaron tímidamente juntos unas cuadras. A esa altura una especie de revelación cayó sobre él. Nada estaba explicado pero era algo que podía prescindir de explicación, que se volvía borroso o estúpido cuando se pretendía—como ahora—explicarlo.
Resumiendo, se las arregló para conocer la casa del chico, y con el prestigio que le daba un pasado de instructor de boy scouts se abrió paso hasta esa fortaleza de fortalezas, un hogar francés. Encontró una miseria decorosa y una madre avejentada, un tío jubilado, dos gatos. Después no le costó demasiado que un hermano suyo le confiara a su hijo que andaba por los catorce años, y los dos chicos se hicieron amigos. Empezó a ir todas las semanas a casa de Luc; la madre lo recibía con café recocido, hablaban de la guerra, de la ocupación, también de Luc. Lo que había empezado como una revelación se organizaba geométricamente, iba tomando ese perfil demostrativo que a la gente le gusta llamar fatalidad. Incluso era posible formularlo con las palabras de todos los días: Luc era otra vez él, no había mortalidad, éramos todos inmortales. —Todos inmortales, viejo. Fíjese, nadie había podido comprobarlo y me toca a mí, en un 95. Un pequeño error en el mecanismo, un pliegue del tiempo, un avatar simultáneo en vez de consecutivo, Luc hubiera tenido que nacer después de mi muerte, y en cambio... Sin contar la fabulosa casualidad de encontrármelo en el autobús. Creo que ya se lo dije, fue una especie de seguridad total, sin palabras. Era eso y se acabó. Pero después empezaron las dudas, por que en esos casos uno se trata de imbécil o toma tranquilizantes. Y junto con las dudas, matándolas una por una, las demostraciones de que no estaba equivocado, de que no había razón para dudar. Lo que le voy a decir es lo que más risa les da a esos imbéciles, cuando a veces se me ocurre contarles. Luc no solamente era yo otra vez, sino que iba a ser como yo, como este pobre infeliz que le habla. No había más que verlo jugar, verlo caerse siempre mal, torciéndose un pie o sacándose una clavícula, esos sentimientos a flor de piel, ese rubor que le subía a la cara apenas se le preguntaba cualquier cosa. La madre, en cambio, cómo les gusta hablar, cómo le cuentan a uno cualquier cosa aunque el chico esté ahí muriéndose de vergüenza, las intimidades más increíbles, las anécdotas del primer diente, los dibujos de los ocho años, las enfermedades... La buena señora no sospechaba nada, claro, y el tío jugaba conmigo al ajedrez, yo era como de la familia, hasta les adelanté dinero para llegar a un fin de mes. No me costó ningún trabajo conocer el pasado de Luc, bastaba intercalar preguntas entre los temas que interesaban a los viejos: el reumatismo del tío, las maldades de la portera, la política. Así fui conociendo la infancia de Luc entre jaques al rey y reflexiones sobre el precio de la carne, y así la demostración se fue cumpliendo infalible. Pero entiéndame, mientras pedimos otra copa: Luc era yo, lo que yo había sido de niño, pero no se lo imagine como un calco. Más bien una figura análoga, comprende, es decir que a los siete años yo me había dislocado una muñeca y Luc la clavícula, y a los nueve habíamos tenido respectivamente el sarampión y la escarlatina, y además la historia intervenía, viejo, a mí el sarampión me había durado quince días mientras que a Luc lo habían curado en cuatro, los progresos de la medicina y cosas por el estilo. Todo era análogo y por eso, para ponerle un ejemplo al caso, bien podría suceder que el panadero de la esquina fuese un avatar de Napoleón, y él no lo sabe porque el orden no se ha alterado, porque no podrá encontrar se nunca con la verdad en un autobús; pero si de alguna manera llegara a darse cuenta de esa verdad, podría comprender que ha repetido y que está repitiendo a Napoleón, que pasar de lavaplatos a dueño de una buena panadería en Montparnasse es la misma figura que saltar de Córcega al trono de Francia, y que escarbando despacio en la historia de su vida encontraría los momentos que corresponden a la campaña de Egipto, al consulado y a Austerlitz, y hasta se daría cuenta de que algo le va a pasar con su panadería dentro de unos años, y que acabará en una Santa Helena que a lo mejor es una piecita en un sexto piso, pero también vencido, también rodeado por el agua de la soledad, también orgulloso de su panadería que fue como un vuelo de águilas. Usted se da cuenta, ¿no?.
Yo me daba cuenta, pero opiné que en la infancia todos tenemos enfermedades típicas a plazo fijo, y que casi todos nos rompemos alguna cosa jugando al fútbol.
—Ya sé, no le he hablado más que de las coincidencias visibles. Por ejemplo, que Luc se pareciera a mí no tenía importancia, aunque sí la tuvo para la revelación en el autobús. Lo verdaderamente importante eran las secuencias, y eso es difícil de explicar porque tocan al carácter, a recuerdos imprecisos, a fábulas de la infancia. En ese tiempo, quiero decir cuando tenía la edad de Luc, yo había pasado por una época amarga que empezó con una enfermedad interminable, después en plena convalecencia me fui a jugar con los amigos y me rompí un brazo, y apenas había salido de eso me enamoré de la hermana de un condiscípulo y sufrí como se sufre cuando se es incapaz de mirar en los ojos a una chica que se está burlando de uno. Luc se enfermó también, apenas convaleciente lo invitaron al circo y al bajar de las graderías resbaló y se dislocó un tobillo. Poco después su madre lo sorprendió una tarde llorando al lado de la ventana, con un pañuelito azul estrujado en la mano, un pañuelo que no era de la casa. Como alguien tiene que hacer de contradictor en esta vida, dije que los amores infantiles son el complemento inevitable de los machucones y las pleuresías. Pero admití que lo del avión ya era otra cosa. Un avión con hélice a resorte, que él había traído para su cumpleaños.
—Cuando se lo di me acordé una vez más del Meccano que mi madre me había regalado a los catorce años, y de lo que me pasó. Pasó que estaba en el jardín, a pesar de que se venía una tormenta de verano y se oían ya los truenos, y me había puesto a armar una grúa sobre la mesa de la glorieta, cerca de la puerta de calle. Alguien me llamó desde la casa, y tuve que entrar un minuto. Cuando volví, la caja del Meccano había desaparecido y la puerta estaba abierta. Gritando desesperado corrí a la calle donde ya no se veía a nadie, y en ese mismo instante cayó un rayo en el chalet de enfrente. Todo eso ocurrió como en un solo acto, y yo lo estaba recordando mientras le daba el avión a Luc y él se quedaba mirándolo con la misma felicidad con que yo había mirado mi Meccano. La madre vino a traerme una taza de café, y cambiábamos las frases de siempre cuando oímos un grito. Luc había corrido a la ventana como si quisiera tirarse al vacío. Tenía la cara blanca y los ojos llenos de lágrimas, alcanzó a balbucear que el avión se había desviado en su vuelo, pasando exactamente por el hueco de la ventana entreabierta. «No se lo ve más, no se lo ve más», repetía llorando. Oímos gritar más abajo, el tío entró corriendo para anunciar que había un incendio en la casa de enfrente. ¿Comprende, ahora? Sí, mejor nos tomamos otra copa. Después, como yo me callaba, el hombre dijo que había empezado a pensar solamente en Luc, en la suerte de Luc. Su madre lo destinaba a una escuela de artes y oficios, para que modestamente se abriera lo que ella llamaba su camino en la vida, pero ese camino ya estaba abierto y solamente él, que no hubiera podido hablar sin que lo tomaran por loco y lo separaran para siempre de Luc, podía decirle a la madre y al tío que todo era inútil, que cualquier cosa que hicieran el resultado sería el mismo, la humillación, la rutina lamentable, los años monótonos, los fracasos que van royendo la ropa y el alma, el refugio en una soledad resentida, en un bistró de barrio. Pero lo peor de todo no era el destino de Luc; lo peor era que Luc moriría a su vez y otro hombre repetiría la figura de Luc y su propia figura, hasta morir para que otro hombre entrara a su vez en la rueda. Luc ya casi no le importaba; de noche, su insomnio se proyectaba más allá hasta otro Luc, hasta otros que se llamarían Robert o Claude o Michel, una teoría al infinito de pobres diablos repitiendo la figura sin saberlo, convencidos de su libertad y su albedrío. El hombre tenía el vino triste, no había nada que hacerle.
—Ahora se ríen de mí cuando les digo que Luc murió unos meses después, son demasiado estúpidos para entender que... Sí, no se ponga usted también a mirarme con esos ojos. Murió unos meses después, empezó por una especie de bronquitis, así como a esa misma edad yo había tenido una infección hepática. A mí me internaron en el hospital, pero la madre de Luc se empeñó en cuidarlo en casa, y yo iba casi todos los días, y a veces llevaba a mi sobrino para que jugara con Luc. Había tanta miseria en esa casa que mis visitas eran un consuelo en todo sentido, la compañía para Luc, el paquete de arenques o el pastel de damascos. Se acostumbraron a que yo me encargara de comprar los medicamentos, después que les hablé de una farmacia donde me hacían un descuento especial. Terminaron por admitirme como enfermero de Luc, y ya se imagina que en una casa como ésa, donde el médico entra y sale sin mayor interés, nadie se fija mucho si los síntomas finales coinciden del todo con el primer diagnóstico... ¿Por qué me mira así? ¿He dicho algo que no esté bien?
No, no había dicho nada que no estuviera bien, sobre todo a esa altura del vino. Muy al contrario, a menos de imaginar algo horrible la muerte del pobre Luc venía a demostrar que cualquiera dado a la imaginación puede empezar un fantaseo en un autobús 95 y terminarlo al lado de la cama donde se está muriendo calladamente un niño. Para tranquilizarlo, se lo dije. Se quedó mirando un rato el aire antes de volver a hablar. —Bueno, como quiera. La verdad es que en esas semanas después del entierro sentí por primera vez algo que podía parecerse a la felicidad. Todavía iba cada tanto a visitar a la madre de Luc, le llevaba un paquete de bizcochos, pero poco me importaba ya de ella o de la casa, estaba como anegado por la certidumbre maravillosa de ser el primer mortal, de sentir que mi vida se seguía desgastando día tras día, vino tras vino, y que al final se acabaría en cualquier parte y a cualquier hora, repitiendo hasta lo último el destino de algún desconocido muerto vaya a saber dónde y cuándo, pero yo sí que estaría muerto de verdad, sin un Luc que entrara en la rueda para repetir estúpidamente una estúpida vida. Comprenda esa plenitud, viejo, envídieme tanta felicidad mientras duró.
Porque, al parecer, no había durado. El bistró y el vino barato lo probaban, y esos ojos donde brillaba una fiebre que no era del cuerpo. Y sin embargo había vivido algunos meses saboreando cada momento de su mediocridad cotidiana, de su fracaso conyugal, de su ruina a los cincuenta años, seguro de su mortalidad inalienable. Una tarde, cruzando el Luxemburgo, vio una flor. —Estaba al borde de un cantero, una flor amarilla cualquiera. Me había detenido a encender un cigarrillo y me distraje mirándola. Fue un poco como si también la flor me mirara, esos contactos, a veces... Usted sabe, cualquiera los siente, eso que llaman la belleza. Justamente eso, la flor era bella, era una lindísima flor. Y yo estaba condenado, yo me iba a morir un día para siempre. La flor era hermosa, siempre habría flores para los hombres futuros. De golpe comprendí la nada, eso que había creído la paz, el término de la cadena. Yo me iba a morir y Luc ya estaba muerto, no habría nunca más una flor para alguien como nosotros, no habría nada, no habría absolutamente nada, y la nada era eso, que no hubiera nunca más una flor. El fósforo encendido me abrasó los dedos. En la plaza salté a un autobús que iba a cualquier lado y me puse absurdamente a mirar, a mirar todo lo que se veía en la calle y todo lo que había en el autobús. Cuando llegamos al término mino, bajé y subí a otro autobús que llevaba a los suburbios. Toda la tarde, hasta entrada la noche, subí y bajé de los autobuses pensando en la flor y en Luc, buscando entre los pasajeros a alguien que se pareciera a Luc, a alguien que se pareciera a mí o a Luc, a alguien que pudiera ser yo otra vez, a alguien a quien mirar sabiendo que era yo, y luego dejarlo irse sin decirle nada, casi protegiéndolo para que siguiera por su pobre vida estúpida, su imbécil vida fracasada hacia otra imbécil vida fracasada hacia otra imbécil vida fracasada hacia otra...
Pagué.

lunes, agosto 28, 2006

No tengo tiempo de nada. Me voy corriendo. Busco un avión. Me subo.Pago con monedas. La gente no entiende. El avión despega en pueyrredon. Llegada tarde. Truco de magia sorprendente. Malditos magos. Quiero entender. Cuatro horas de retraso. Cinco de llegadas temprano. Casancrem, galletitas y mate. Sol pálido y orquidias azules.

Me tengo que ir. Cero ganas. Carpeta y bolso. Visita próxima. Facultad cerca. Philip morris. Virginia slim. fue...

Abejita de san Antonio que avanza. Adiós

Adiós: saludo//saludo de despedida.

(por allá al fondo un paquete de yerba)

miércoles, agosto 23, 2006

hoy, ayer, y siempre.


Parece una broma, pero somos inmortales. Lo sé por la negativa, lo sé porque conozco al único mortal.
una flor amarilla
J.C.

martes, agosto 22, 2006

Country girl in retiro (parte dos): El dilema de la moneda



Situación insólita:Se le cayó la moneda de 10 centavos y no la levanto. Observo desde acá sentada la reacción de la gente que pasa por allí, y pisa el cadáver exquisito. No la ven, la ven y no les importa, quiero que la levanten. Me resulta imponente que este ahí. Yo no la voy a juntar. Esta lejos.
Seguramente la levantara un niño, una abuela, o alguien que mendiga. La gente que sabe realmente cual es el valor del dinero. Porque alguna vez le falto.
La pisan, la mueven, la ignoran. Pero no la juntan. No vale el movimiento.
Me quedan dos horas mas acá. ¿la juntaran? ¿brillara amaneceres escondida?
Luce como oro, la ansiada moneda de 10 centavos. La descripción parece mostrar que estoy yo misma ansiosa por tenerla. No la quiero, o si, ya estamos creando un vinculo, que me hace acordar al pasaje del principito y las explicaciones del zorro. Hay un niño que juguetea por los alrededores del tesoro. La tiene que ver, así se me confirma la hipótesis. No la ve y me exaspero. Parece el principito.
Cabellos dorados, desenmascara un secreto. Tan cerca y tan lejos, perceptivamente de la salvación. Estoy agigantando la situación, porque me estoy comprometiendo. Los niños siempre miramos para abajo (digo miramos porque yo soy una niña también), amamos el piso y su mugre, revolcarnos y hacer vueltas carnero (vueltas carnero...se escribirá así? cuantas veces lo abre dicho y esta es la primera vez que la escribo, y me vuelven aromas de verano y bombitas en la calle). Nos encanta juntar piedritas y papeles de colores raros. Para que los grandes nos digan que no juntemos mugre porque lo digo yo, y nos saquen a la fuerza y tiren a la basura lo que no es basura. Lo que son pedazos de sueños.
Plantie también que la juntaría algún anciano. ¿porque?
Porque perdieron mucho ya. Quizás sus cosas mas preciadas no estén ya en este mundo. ya no las verán mas. Saben lo que es que las cosas se desintegren en el tiempo. Les a faltado mas de una vez una moneda. Saben disfrutar de la alegría de encontrar y la tristeza de perder. Y el milagro de ser beneficiado. Por todo eso y mas, nombro a los ancianos como una posibilidad del encuentro. ¿quien no tuvo un abuelo o anciano conocido que no guarde recuerditos y objetos a simple vista insignificantes con tanto esmero y tanto amor?. Necesitan de las cosas materiales para seguir. Pero que no se mal interprete, no hablo de cosas materiales como un televisor, un celular con cámara o un auto, necesitan de los recuerdos de las cosas que ya no están.
Paso una pareja y la vieron, y no la levantaron, y rieron de la situación,
Pero hicieron mas que un comentario, movieron la moneda de lugar, trasladaron el destino para otro lado, le dieron luz y oportunidad. No pasaron 5 minutos que una chica de mi edad la levanto. Quizás era yo en otro tiempo, quizás esa chica no existe, solo apareció para darme la satisfacción de salvarla. De las pisadas, de la humillacion. Seguramente estará callendo en la maquina de monedad del 132 que va a caballito. El mismo que tomo todos los días. Porque era yo la que viajaba. Yo la encontré y volví de vuelta. Eran mis ganas y mi encuentro. Me voy a baradero. Hoy encontré parte del sentido de mi vida.

Country girl (espera en retiro)


Querer llegar mas temprano, no complicar las cosas y empeorarlas. Esa es la situación en esta tierra de nadie. Dependiendo del contexto se vuelve tremendamente trágica, pero en realidad, es solo la espera de un colectivo. El problema es que odio esperar y no señorita!! no voy a darle el asiento donde están mis bolsos, porque son muchos y odio andar sobrecargada por la vida. Ellos además, tienen personalidad y vida propia y se mueven al compás de mi, pero en otra dimensión paralela amarilla. Por eso merecen una silla propia, por eso todos tenemos un chocolate coffler para cada uno. Maldito publicista. Malditos bolsos.
Odio mirar el reloj que esta enfrente mio, rojo. Si levanto la vista lo veo y veo los minutos que pasan, y recibo el mensaje temporal. Falta mucho. Parece que estuviera preparado justo para mi, tan imponente delante mio, yo que odio mirar relojes en estos momentos de ansiedad, yo que odio mirar relojes en general. Odio ver el tiempo irse y que su majestuosidad me deje impune a su tiranía de minutos. Como decía julio, sobre los relojes pulcera, esos pedazos de nosotros que llevamos atados o estamos atados a ellos, como si fueran parte de nuestro cuerpo, cuando sabemos bien, que podríamos estar sin ellos. Si todo fuera distinto. El mio tiene una abejita de san Antonio (saca la mano...) que me distrae de su verdadera función. Es divertido mirarlo cuando me olvido que es un reloj. Maldita garrapata temporal.
Irse antes de llegar, no llegar, peor aun, llegar demasiado temprano. Porque peor? porque se abre una brecha de tiempo no programada, que aveces resulta agradable, pero otras como estas se convierten en desagradables. Exagero, espero, encuentro. Me fastidio y me convierto en la persona mas insoportable. Otra vez la gran actriz.

viernes, agosto 18, 2006


Temática: verde.
ubicación: cocina de yesi
sentido artístico: indiferencia al mundo exterior, que permite estar adentro de un departamento
En contra: tengo un cierto rechazo al verde
Posibilidad futura:temática con amarillo
A favor: ganas de encender, iluminar, ir mas allá
ambiente: conversación, mate, luz baja y sumo
Nada...la nada inexistente
viento y chau, se fue, parte del pasado, y el presente que no existe. Giladas de telas...se escucha por ahí. Y yo que no entiendo, o entiendo pero no tengo ganas de construir. O si, pero otra cosa. Ni se de que hablo, pero esta bien así. Siempre esta bien así.

asesinato a agua hirviendo


bienvenida tijuana, hay mi ruta babylon. muerte a agua hirviendo. Con espasmos de calidad artesanal. De talitas mortales.La fiesta sigue, si queremos que siga, como la peli de björk, como la canción que nunca termina. "hubo un tiempo que vomitaba manu chao" dice a alta voz yesi, que corra la voz! y no se resiste a poner el cd. Mientras me cuenta la mal llamada colonización y los espejitos de colores.Corre la menta limón. corre y se va, menta limón trucha! sos una cebolla!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Yesy's home, chez Yesy





Yesi prepara el brebaje. Yerba menta limón.Todo es ska, vegetarianismo, y revolución. No, hay que pedir permiso mujer. Permiso para permitir. Bajonear más tarde cuando los topline se empiezan a diluir. Y redescubrir de vuelta el sabor menta. Silvio Rodriguez empeña unicornios, y arbolito se pone a flor de piel en el depto en san telmo. Entre calles angostas y caras agotadas. Entre plasticolas de colores y cactus con nombre de cigarrillos."me regalaron una cámara digital" dice convencida de su nueva adquisición,"la personalidad así concebida es la que nosotros aspiramos a destruir", el manifiesto polvoreado. fucking burgués capitalista, el que sin querer somos.La deshumanización. ¿que paso con tu carrera? contame y describime.

miércoles, agosto 16, 2006


Me acabo de confundir a un viejo amigo, en el ciber chino, que no fue en realidad una buena confusión, por que el desgraciado hace mucho que no me visita y no lo veo. Seguramente estará viendo el mar y leyendo un libro mio que nunca regreso. En fin, me gustan las confusiones porque son esos errores de la mente, en donde traemos el holograma de la persona en lugares impensados, y por momentos solemos imaginar que son ellos, y lentamente rápido, se va y nos damos cuenta que en realidad era el que vende panchos en pueyrredon y tucuman. Aunque no exista dicho panchero.
Hoy entre cantos gregorianos y profesoras musicales, pensaba en esas cosas que uno piensa en clases tan poco típicas como esas. En realidad no estaba muy volada como suelo estar, porque realmente la clase estaba interesante pero, en un segundo que me colgué del cable como se diría en algún programa en canal 13 a las 12:30 de la noche, que en este blog hay un tema que abunda en cantidad y que es el señor Julio Cortázar.
Considero que, así como uno escucha un estilo de música para inspirarse y hacer actividades varias, como armar un ambiente sahumeriano y agradable, al leer este tipo de literatura realmente se le viene un ventarrón y abre las puertas de los sentidos desequilibrando la realidad, o dándola vuelta para mirarla de todas aquellas perspectivas ocultas. Ocultas?, o pasadas por alto?

martes, agosto 15, 2006

Rayuela o-matic

rocamadour...
alguien que me done una edición de rayuela, porque demasiado tiempo sin leerla ya me esta impacientando. y esto del Internet (ja, parezco una abuela) me pone loca...me quedan los ojos mochos...creo que va a ser mi próxima inversión cultural, que raro comprando libros que ya leí, mirando hasta el cansancio películas que ya mire, y diciendo, y viviendo lo mismo otra vez. Pero para que tanta reflexión si no es un post reflexivo este, era solo una expresión de deseo, que estoy cumpliendo en este instante, cuando me aburro de la actividad de hablar con gente que no se quien es, y me dispongo a escuchar el capitulo 32, y leerlo a la vez, de una pagina cualquiera.


ah...pensaba, se me ocurría,me daba cuenta, me observaba... que además de tener errores de ortografía varios, tengo un problema personal con los acentos, pero no se asuste ud. de dicha situación, porque se del problema, pero que a la vez no es tan grave como puede parecer, porque la situación tiene su raíz en que se que palabras van con acento y cuales no, pero hoy me levante con ganas de cambiar el lenguaje, y cero ganas de apretar la teclita en el teclado, que para agravar la situación no se cual es, solo para acentuar una palabra que al fin y al cabo es un signo, solo un signo feo, que no representa ni iguala a la realidad en lo mas mínimo, y que solo sirve para que cuando yo pido por escrito que me manden un paquete de azúcar, no me manden un plumero. Si usted sigo pensando que no puedo hacer lo que se me da la gana con todo, y que la lengua española bla bla bla bla, quizás tenga razón. Pero yo hoy ando muy enemiga de la sra razón, que encima no le pongo acento para sacarle poder. Aunque sigue siendo el mismo. Creo que el problema es personal y viene de mi nombre, ya que Barbara lleva acento según las reglas ortográficas enseñadas a la fuerza en la primaria luego de dictados en cantidad, y yo me negué siempre a esa condición de que tenga acento, desde muy pebeta, por lo cual ya la rebeldía contra estas cosas insignificantes viene de hace mucho, y ya vera usted en lo que me he convertido. Tanta rebeldía, tanta rebeldía, pero...
chau, me voy a visitarlo a fidel.
atte

BaR...(puntos suspensivos porque todo sigue...)


PD: el texto fue sometido a revisión ortográfica. La que se expresa tubo verguenza de si misma.

miércoles, agosto 09, 2006

Amor 77


...y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se peinan, se visten, y así progresivamente vuelven a ser lo que no son...

un tal Lucas

SeleCciOnAdOs

"ahora que es tan capaz de caerse al pozo como cualquiera la he visto salir mojada como un gatito, acurrucarse en un rincón de las cosas y lamerse el pelo día y días hasta descubrir q de nuevo que el sol sale a eso de las seis y media"
los premios



¿no estaremos, muchos de nosotros, queriendo romper los moldes burgueses a base de nostalgias igualmente burguesas?
libro de Manuel


"la mire con lastima, demasiado vestida y diferente para ese lugar, sola mujer en la platea. Como decirle que no era por el streptease que veníamos, asistir una vez mas a su patético, instantáneo, obstinado definirse frente a cada situación insólita, la moral tan automática como el desodorante en las axilas o la perfección del peinado"
62/modelo para armar


"pensar que usted aceptaria una situación así en la literatura..."
Los premios

LaVaDo DuLce FRio


De la nada...del aire salio una expresión de esas sencillas y convincentes: "¡que lindo!", como se dice ante un regalo que no gusta, ante un bebe recién nacido, al perrito de la infancia cuando se hecha la primera meada en la cocina.
La situación, la habitación desordenada, el baño matinal no tan matinal a las 3 de la tarde, la espera de una buena película, el mate con buena yerba,lavado y dulce, polvoreado con agua a su punto justo, que se transforma en fría al colgarme con los sonidos y el silencio de siempre, de la casi-soledad que gusta, el libro de julito mas allá de la mitad, un cigarrillo fumado con ganas, una casa en Baradero, una visita que se viene, el fantasma ronroneando.
Volviendo a la repetición, no volviendo sino haciéndola, el mate que esta en la mesa, ese lavado, dulce y frió, es el sabor del final de una buena charla, la llegada a la instancia en el que decimos chau, nos vemos, el final del ciclo que se repite todos los días, un casi logro esfumado, aunque no siempre se llega, aveces se deja por la mitad y se siente el portazo, se interrumpe la secuencia casi sagrada, se desploma la conversación en la alcantarilla, se va uno llorando por la calle, se desparrama la azúcar por el suelo y se busca otro momento, otro compartir, otro fantasma. blup.
lavado, dulce y frió

lunes, agosto 07, 2006



silencio
palabras palabras que faltan

sobran

camuflan ausencias inventan sonidos

claves secretas

sentencias equivocadas

palabras que adornan
donde
no caben flores

silencio----------------------------------------------------------------


palabras que son silencio...
silencio que es palabra...