Madrugada. Mediodia con ojos color dulce de leche. Desorden espiralado en cabeza que se aturde con ideas que llegan de un nose donde y desembarcan a la orilla de la locura.
La vida y sus momentos me sorprenden paso a paso dentro de un tren que se encamina hacia un lugar que deberia estar dirigiendo, pero teme descarrilarse, metafora sutilemente utilizada miles de veces para explicar el inutil razonamiento del desarrollo de la vida misma.
Basta tomar cualquier objeto, situacion, no solo trenes; asi como ellos nos enseñaron mas de una vez " que solo hay una oportunidad de tomarlos", una chupaleta, un pico dulce, puede explicar todo el teorema sobre relaciones amrorosas, humanas en general, en una tarde lluviosa como cualquiera entre amigos y alfajores jorgitos. Entre corazones rotos y risas desencadenadas.
Y es increible, como esa vida de la que hablamos nos da pequeñas porciones de alegria al corazon, que nos salva en un trueno de grandes tempestades imaginadas.
Y uno de estos dias aprendi que una sonrisa de un extraño, de alguien que nunca viste en tu vida, hace florecer el alma y las lagrimas, te toca el corazon y lo hace estallar en pedazos y armarlo en un segundo con la ternura...
y ahi en ese segundo crees en el amor, y queres salvar almas, queres que, sea quien sea, ria una vez mas asi de vuelta, a pesar de la enfermedad, a pesar del abandono.
Queres mirarlo otra vez y provocar su sonrisa, dezgarrrarle la timidez y rescatarle las tardes. Y me voy, y quizas volvere otra vez aunque los motivos reales no sean verte reir, muy adentro se que es uno de los fines.
Y todo en un segundo, y el alma de uno parece que renace como un fenix increiblemente donde uno uno nunca se lo esperaba.
como siempre, " donde uno nunca se lo esperaba" ese lugar donde pasan las mejores cosas.